Que se pueda ver los los ojos que la veo, en vez de en el espejo; no conocerá jamás ese complejo. El de verse como un ángel, con sus cabellos rojizos, ojos azules, piel blanca, cortada...
Cada vez que la veo en primavera con ese suéter diciendo que tiene "frío", me parte el alma. Saber que se hiere a sí misma por un idiota que ya está muerto, sin saber que yo por ella daría mi vida es totalmente irritante, un sentimiento que trata desquiciarte en cada posibilidad por muy pequeña que sea.
Es un sentimiento que te quema, uno con el cuál es casi imposible vivir, si es que a este estilo de vida se le puede llamar vivir.
No podría decir que vivo, pero estoy seguro que sobrevivo.
Nunca pude terminar de entender cómo fue que mi mente cambió de esta manera, pensar que la muerte es mi futura prometida, deseándola antes de tiempo, queriendo estar en sus brazos desde tan joven.
Pero la muerte está celosa, se los puedo asegurar.
Una viva me ha cautivado por completo con sus movimientos calculados, sus ojos vacíos y un alma y mente tan destrozadas como las mías.

Le he llegado a preguntar de que se trataba ese acto de rebelión, queriendo volver a estar encerrada en cuatro paredes en vez de poder ser libre.
Su respuesta es que estaba esperando al novio, en la terraza de un decimoctavo piso, a punto de volar... a punto de morir.
El novio era la muerte.
Que desdicha. La única persona que ha logrado tocar las únicas piezas de los sentimientos que quedaba dentro mío, es una persona igual de trastornada que yo; una persona que no tiene miedo de lo que le digan.
Ella esta segura de que quiere tener manchado ese vestido con su sangre como prueba de su amor eterno a su amado.
Pero pienso que eso es un desperdicio de hermosura. Sus rasgos suaves le dan un aspecto de diosa, y su voz... su voz es tan melódica, tan llena de sentimientos que duele, aunque ella no lo crea.
Como he dicho, la muerte está celosa. Ha engañado a mi amada en la tierra, susurrándole cosas dulces, suaves al oído, que ella, con su mente dañada no ha podido combatir. La ha estado metiendo cada vez mas adentro de su laberinto, del cual es imposible salir. La ha enamorado.
Y por más ilógico e irrazonable que suene, yo se que no estoy loco, que ella tampoco lo está, y mucho menos el que piensa igual a nosotros.

Solo que en este cuento no hay un cazador que nos salva, ni un final feliz para el vidente.
Únicamente hay lo que nuestra o nuestro amado quiere que haya, y con eso estoy feliz, mientras no toque a mi verdadera amada. [...]"
-Entre Caminos
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